Saturday, March 6, 2010

la línea está trazada. (sobre el ROTC y la UPR)

Como ladrones en la noche. Así, más de 200 efectivos del Reserve Officer Training Corps (ROTC) se apoderaron del Complejo Deportivo de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras para llevar a cabo ejercicios militares en dichas facilidades. Las dos guaguas “charter”, que sirvieron para transportar a los cadetes y el complejo deportivo como tal, fueron custodiadas por un operativo del nuevo “task-force antimotines” de la Guardia Universitaria. No se les permitió la entrada a los estudiantes, ni a los trabajadores, ni a los entrenadores a las facilidades del de complejo Educación Física, suspendiéndose las clases de la mañana, hasta que salieron los cadetes corriendo a toda prisa al amanecer mientras gritaban “GO! GO! GO!”. El cinco de marzo, a cuarenta años y un día del asesinato de Antonia Martínez Lagares, continúa con plena vigencia en el campus el problema de la militarización de nuestro espacio educativo.


Luego de asaltos con cocteles molotov, referéndums, Asambleas Generales de Estudiantes, Campamentos de Desobediencia Civil, huelgas de hambre y demás expresiones del sentir de la comunidad universitaria al respecto; la administración universitaria hace caso omiso de nuestros reclamos por la una Universidad de Puerto Rico libre de militares. Entre la generalidad de los estudiantes en la Universidad, el estudiar en un campus en que no entren soldados uniformados ni policías es algo que se da por sentado. La histórica lucha contra la militarización de las universidades del sistema UPR ha resultado en los arreglos institucionales de hoy en día con respecto al programa del ROTC y la Universidad. El que el edificio del ROTC esté al otro lado de la avenida, y el privilegio de estudiar con nuestros compañeros y compañeras de la Reserva, en su carácter de estudiantes y no como soldados uniformados ha sido el resultado de batallas campales, físicas e ideológicas, que le han costado vidas a ambos bandos. ¿Por qué empeñarnos en violentar éstos arreglos? Ante los sucesos reseñados, nos toca reflexionar al respecto de: ¿Por qué nos oponemos a la presencia de los militares en la Universidad?


La Cátedra UNESCO de Educación para la Paz de la Universidad de Puerto Rico publicó en 2004 una Carta Abierta a la Comunidad Universitaria, en la que se hacía un llamado Hacia Una Cultura de Paz y No Confrontación en la Universidad de Puerto Rico. El documento nos plantea el asunto como uno, esencialmente, de la confrontación entre una cultura de violencia, militarización y guerra; y una cultura de paz y no confrontación. Citando publicaciones de la UNESCO, plantea el escrito:
“Edificar una cultura de paz significa modificar las actitudes, las creencias y los comportamientos - desde las situaciones de la vida cotidiana hasta las negocia-ciones de alto nivel entre países - de modo que nuestra respuesta natural a los conflictos sea no violenta y que nuestras reacciones instintivas se orienten hacia la negociación y el razonamiento, y no hacia la agresión…”
Y continúa diciendo:
“La cultura de paz no puede construirse durante la carrera armamentista y la militarización de las sociedades que inevitablemente genera imágenes del enemigo, sospechas y amenazas. Por lo tanto el desarme y la desmilitarización son condiciones sine qua non. Una paz positiva asume no sólo la ausencia de la guerra sino también la ausencia de los instrumentos e instituciones de la guerra.”
Siguiendo esta lógica, se plantea la necesidad de cambio en el paradigma militarista, desde los niveles más elementales, como la erradicación de prácticas como el reclutamiento militar en las escuelas superiores y en las universidades y programas como el ROTC; hasta los niveles más complejos de relaciones internacionales, en los que se debe promover una estilo diplomático, por sobre un enfoque más agresivo, guerrista, e imperialista. Sin el cambio en una esfera, no se puede producir el cambio en otra. Plantea el documento, que la (moribunda) política de no-confrontación universitaria encarna los principios básicos de una Cultura de Paz.


En el artículo de Profesores con el FUDE (Frente Universitario por la Desmilitarización y la Educación del Recinto Universitario de Mayagüez) se plantean algunas Consideraciones para un Diálogo al respecto de la desmilitarización de la Universidad. La veintena de profesores que en el 2003 entregó una carta al rector del Recinto Universitario de Mayagüez expresando su apoyo al Campamento de Resistencia Colegial del FUDE, van a la médula del asunto al plantear que al la administración universitaria exigir un ambiente de paz y no-confrontación, mientras alberga en su seno un programa como el ROTC cae, cuanto menos, en una contradicción. Se plantea que la presencia de Soldados y Policías uniformados presenta un problema para la autonomía universitaria, es decir, para el principio de que la Universidad debe auto-gobernarse, sin la inherencia del gobierno. Sólo así se garantiza el libre flujo de ideas, la libertad de cátedra y de expresión, sin preocupaciones de persecución por razones políticas. En la Universidad de Puerto Rico, esto cobra particular vigencia, ya que en más de una ocasión entró la policía al campus para reprimir manifestaciones estudiantiles, ocasionando escaladas en la violencia dentro y fuera de la Universidad. Por esas razones, la administración universitaria adoptó una política de no-confrontación y se ha mostrado renuente a permitir la entrada de la policía para estos efectos (con algunas excepciones por supuesto). Sabemos que aún quedan vestigios de dicha política administrativa universitaria. La administración ha escogido ese curso. Con respecto a los Cadetes Uniformados, tanto el Senado Académico por medio de certificaciones, como los Estudiantes por medio de referéndums, y asambleas estudiantiles, se han expresado en contra de su presencia en el campus. Ha sido una decisión tomada por la comunidad universitaria. Las razones históricas son evidentes. Puerto Rico es un país colonizado desde 1492, y el ejército norteamericano ha utilizado a los puertorriqueños como carne de cañón en sus guerras desde 1917, cuando le concedió la ciudadanía norteamericana a los puertorriqueños para enviarlos a la Primera Guerra Mundial.


La Universidad de Puerto Rico es un espacio sumamente sensitivo a la realidad histórica del país, por lo que las manifestaciones contra el reclutamiento militar (en aquel entonces obligatorio) y programas como el ROTC comenzaron temprano en el Siglo XX. Se desprende de la historia, también, que los cadetes del ROTC marchaban por el campus, armados lo que ocasionó incidentes violentos entre estudiantes del ROTC uniformados y manifestantes hicieron que se llegara al arreglo con respecto a los cadetes uniformados. Algunos veían la presencia de éstos como una provocación abierta, otros como una amenaza a su seguridad, tal vez por las implicaciones ideológicas y prácticas que tiene el ser un cadete del ROTC. Estoy seguro de que también por estar uniformados, los cadetes se convertían en blancos de fácil ataque, por lo que también el arreglo respondió al interés de salvaguardar su seguridad e integridad. Lo mejor era que se permitiera a los estudiantes del ROTC tomar clases de civil, y no uniformados, para el bien de todos. Esperemos que así lo reconozcan la administración universitaria y los reservistas; y de establecerse cambios en ésta política, que se cuente con la participación activa y la opinión de los Profesores, no docentes, y estudiantes en el proceso.


Es conocido por todos que el ejército norteamericano tiene otras maneras de reclutar ciudadanos, que sirven a sus propósitos, sin tener que recurrir a nuestros centros educativos. Veremos el efecto que tienen los programas militares sobre el funcionamiento de dichos centros docentes. El programa del ROTC, no tiene que cumplir con los procesos de evaluación académica del Decanato de Asuntos Académicos; lo que implica que en ocasiones los profesores no tienen la preparación académica que se requiere a otros miembros de la facultad. De esta manera se pone en peligro el quehacer académico de los cadetes y su preparación, a la vez que se afecta la calidad de la educación ofrecida. Plantean también los Profesores con el FUDE, que es inaceptable que la Universidad “Pobre” del Estado, subsidie al ejército más “rico” del mundo:


“Cualquier cantidad que la Universidad de Puerto Rico invierta en las fuerzas armadas estadounidenses es dinero que limita satisfacer las necesidades educativas de sus estudiantes, adelantar la agenda investigativa de su facultad y mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores… Las fuerzas armadas estadounidenses no necesitan tal subsidio. El departamento de Defensa de los Estados Unidos cuenta con un presupuesto general doce veces mayor que el presupuesto general que el Gobierno de Puerto Rico, y esto sin contar con los aumentos aprobados después del 11 de septiembre de 2001, ni con las partidas extraordinarias para financiar la guerra en Irak”


Argumentarán aquellos que sigan el debate al respecto de la Enmienda Solomon, que el gobierno norteamericano financia la universidad, que los estudiantes cogen Beca-pell, y le deben el servicio y las instalaciones, y el espacio, y la seguridad y la vida al ejército norteamericano. Podemos diferir al respecto de algunas cuestiones ideológicas. Sin negar la importancia del desarrollo de la ciencia, me preocupa bastante, que nuestros estudiantes de la Facultad de Ciencias Naturales, reciban contratos y “grants” del Departamento de Defensa para explorar nuevas armas químicas y maneras de aniquilar al enemigo “doméstico” o “externo”. La Beca-Pell es una ayuda federal, a estudiantes que, de no recibirla, no tendrían (en muchos casos) acceso a la educación universitaria, ¿está bien someter a las personas a la coerción económica para aceptar lo que no les parece correcto? Podemos entrar en ese debate, ya que sabemos que ese es el modus operandi del gobierno federal. También es importante establecer que aún, al día de hoy (aunque hay vientos de cambio), el ejército norteamericano no es un patrono que ofrezca igualdad de oportunidades en el empleo. Con su política de “don’t ask don’t tell”, ha excluido a sobre 13,000 hombres y mujeres de sus filas, por sus preferencias sexuales desde 1993.


Los arreglos institucionales a los que ha llegado la Universidad de Puerto Rico con respecto a los programas militares, son razonables y serán más razonables en la medida en que nos sigamos moviendo hacia una Cultura de Paz, y hacia la eliminación de éstos del currículo universitario. Sabemos las consecuencias de las guerras imperialistas que lleva actualmente el ejército norteamericano para muchas familias puertorriqueñas, y no queremos seguir reproduciéndolas. Por ahora, le pedimos a los cadetes del ROTC, y a la administración universitaria que respeten las normas de la sana convivencia y los arreglos institucionales establecidos con respecto a los uniformes dentro del campus y la utilización de nuestras facilidades para llevar a cabo ejercicios uniformados. La línea está trazada a través de la Avenida Barbosa. Les pedimos,respetuosamente que no la vuelvan a cruzar.

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