Según la Convención sobre la Esclavitud firmada en Ginebra el 25 de septiembre de 1926, “la esclavitud es el estado o condición de un individuo sobre el cual se ejercitan los atributos del derecho de propiedad o algunos de ellos” . En otras palabras, se extiende el derecho de la propiedad privada de unos seres humanos sobre otros, convirtiéndose unos en dueños de los otros que a su vez se convierten en víctimas de la trata de esclavos que según la Convención sobre la Esclavitud “comprende todo acto de captura, adquisición o cesión de un individuo para venderle o cambiarle; todo acto de cesión por venta o cambio de un esclavo, adquirido para venderle o cambiarle, y en general todo acto de comercio o de transporte de esclavos”.
Al estudiar el transfondo histórico de la esclavitud podemos trazar patrones de violencia mediante los cuales unos seres humanos pretendían y a veces lograban quitarle a otros por la fuerza lo que les pertenecía. Primero, los esclavizadores le arrebatan a los esclavizados su libertad y éstos luego luchaban por recobrarla. Podemos así identificar dos tipos de violencia, la violencia mediante la cual se sometía la voluntad del esclavizado y la violencia de éste al producirse ésta situación. La violencia del opresor y la violencia del oprimido. No podemos estudiar una sin estudiar la otra.
Utilizamos fragmentos de los convenios internacionales actuales sobre la esclavitud a modo de proveer una definición concreta del concepto, pero tenemos que estar concientes de que la esclavitud ha sido parte de la vida humana desde los inicios de lo que hoy conocemos como la Civilización Occidental. En las grandes civilizaciones de la antiguedad clásica grecolatina “se advierte la anónima existencia de millones de seres humanos sujetos a la esclavitud que fueron los verdaderos artífices de aquellos imperios de los que hoy guardamos memoria” .
Según datos que recogiera el historiador André Bonnard en su libro Civilización Occidental, la esclavitud nace cuando las tribus griegas primitivas decidieron parar de dar muerte a sus prisioneros de batalla para aprovechar su trabajo. Bonnard plantea que la esclavitud nace de la guerra ya que la grecia antigua, la mayoría de los esclavos habían sido antes prisioneros. Existían otras formas de caer en la esclavitud, entre ellas estaba la esclavitud por nacimiento, el hijo de una esclava heredaba tal condición y no pertenecía a su madre sino a su propietario. Otra forma de caer en la esclavitud era por medio de la piratería, sistema mediante el cual empresarios efectuaban redadas en las cuales los apresados eran vendidos en la esclavitud. La última forma de caer en esclavitud era el derecho privado, los deudores podían ser vendidos en capacidad de esclavos y el “pater potestas” daba derecho a los padres a vender a sus hijos. En la Atenas del siglo V A.c. De sus 400,000 habitantes, 200,000 eran esclavos. La mitad de Atenas estaba sometida a la esclavitud.
Las condiciones de vida de los esclavos varíaban de polis en polis pero en la mayoría de estas, la ley no le reconocía su existencia ni su derecho de propiedad y se daba al amo rienda suelta para “corregir” a los esclavos por medio de castigo corporal. En Atenas, la conciencia humanista, puso frenos a los malos tratos que sufrían los esclavos en otros pueblos griegos como en Esparta, donde la cantidad de esclavos era varias veces superior a la cantidad de sus amos, aquí para mantener la obediencia se recurrían a régimenes de terror. En la Grecia Antigua los esclavos eran empleados para trabajar en las minas y en trabajos domésticos.
La resistencia antiesclavista en la Antiguedad griega carece de referencias en las lecturas examinadas, pero Bonnard hace referencia a una fuga masiva de esclavos durante las Guerras del Peloponeso, a finales del siglo V. Aparentemente un grupo de aproximadamente 20,000 esclavos aprovecharon la inestabilidad política producida por la guerra entre Atenas y Esparta para escapar de sus respectivos puestos de trabajo.
Durante los periodos de la República y del Imperio romano, los esclavos eran sometidos a la crudeza del trabajo en la agricultura y durante este periodo se dió la rebelión de Espártaco, que durante tres años durante el siglo I A.c. mantuvo en jaque a los ejércitos romanos. Según cuenta la historia, Espártaco, un esclavo que había militado en el ejército romano pero que había sido reducido a su condición por su deserción de este cuerpo militar, “se ayudó de otros dos esclavos...para huir en dirección al campo junto con setenta más. En su huida se apoderaron de un convoy cargado de armas....y con tal equipaje marcharon a las faldas del Vesubio estableciendo allí su primer campamento” .
Al correrse la voz de lo que había sucedido, otros esclavos y campesinos desposeídos se dieron a la fuga y se integraron en las filas del ejército de Espártaco que comenzaba a ocupar las tierras de los patricios terratenientes, ajusticiando a aquellos que no lograran huír de la rebelión. Las filas de los rebeldes crecían “gracias a la puesta en práctica en el campamento de una politica igualitarista por la que dividía el botín en partes exactas entre todos los miembros de su ejército”. Luego de casi tres años, la rebelión fue sofocada por el ejército romano dejando 60,000 muertos del lado de los esclavos, y 6,000 esclavos crucificados como medida de tortura y de ejecución tomada en contra de los insurrectos.
Luego de la antiguedad clásica grecolatina, sobrevino la Edad Media. Durante este largo periodo de tiempo, el desarrollo de tecnologías en herramientas de trabajo sufrió un estancamiento, Brihuega plantea que “El grado evolutivo de la producción correspondiente a la antiguedad clásica apenas difiere del que hallamos en la Edad de Hierro e incluso en la Edad Media” mientras que Bonnard explica “si la ausencia de medios mecánicos de producción fue una de las causas de la esclavitud, la facilidad de obtener mano de obra servil en cantidad suficiente tuvo por consecuencia que no se procurara desarrollar los inventos mecánicos. Nunca se desarrollaron, pues porque se disponía de esclavos: y viceversa, la falta de máquinas hacía imprescindible mantener la esclavitud”. Esta falta de maquinaria propulsó la explotación del hombre por el hombre en los régimenes de servidumbre feudal durante la Edad Media y durante la esclavitud denuevo, luego del descubrimiento de América.
La esclavitud en América se caracteriza por su naturaleza racial en el sometimiento de indígenas y de esclavos provenientes de Africa. En métodos similares a los utilizados por la piratería en la antiguedad clásica, se organizaban redadas en las cuales los prisioneros eran apresados, encadenados y obligados a caminar largas distancias hasta la costa oeste de Africa, donde eran vendidos como “piezas” de mercancía como si se tratase de objetos. De ahí usualmente eran “encadenados de pies y manos, atados a largas barras de hierros y encerrados en los barcos” que los llevarían a América. Una vez en América eran puestos al mercado denuevo y luego se desempeñarían probablemente en la minería de oro, el cultivo de la caña de azucar o la ganadería.
En las palabras de Francisco Moscoso “las rebeldías fueron incesantes desde el instante mismo de los cautiverios, en los puertos de embarque y en los navíos negreros”. Una vez en América, para Herbert S. Klein a los esclavos no les quedaban muchas opciones: “A quienes eran incapaces de conformarse o de refrenar su individualidad, o tan desafortunados como para no encontrar ninguna autonomía o protección dentro del sistema, les quedaban como salidas la fuga o la rebelión”. En este sentido, basándose en documentación de la época, Francisco Moscoso procede enumerando formas de resistencia desde las más violentas a las más sutiles. Se fundaban comunidades de esclavos fugitivos, se llevaban acabo rebeliones armadas, se creaban santuarios de libertos para dar refugio a fugitivos, se creaban redes de abastecimiento de víveres entre libertos y esclavos, se llevaban acabo protestas pasivas incluyendo fingimientos de enfermedades y huelgas de brazos caídos, homicidios, infanticidios y suicidios, afirmaciones culturales y reivindicaciones de condiciones reformistas estipuladas en ordenanzas.
Los negros cimarrónes son los esclavos fugitivos que salen de el lugar donde se supone que estuvieran para entrar en los centros poblados a hacerse pasar por hombres libres o a adentrarse en los montes o en comunidades de cimarrones. En ocasiones los esclavos aprovechaban desastres naturales como sequías y huracanes que hacían mermar la economía agraria predominante, para rebelarse, para encender los cañaverales en fuego e intentar asesinar a sus amos. Luego de la Revolución de esclavos en Haití de 1791 que culminó en la fundación de la primera República Negra de América, en 1804, se produce un miedo generalizado en los gobiernos esclavistas que aprovechan la “preocupación española por reglamentar la esclavitud para impulsar toda clase de Bandos contra la Raza negra”. El bando más famoso fue el Bando contra la raza africana decretado por el gobernador Juan Prim en 1848 luego de varios intentos de levantamientos entre la comunidad de esclavos.
Guillermo A. Baralt afirma en su libro Esclavos rebeldes que en las conspiraciones y sublevaciones de esclavos en Puerto Rico de 1795 a 1873 era normal que la conspiración fuera delatada y suprimida si no en sus inicios, fácilmente luego de su desarrollo por el gobierno o por los hacendados o ganaderos. En los últimos años luego del último intento de conspiración generalizada en Vega Baja en el año 1848, se hacían más habituales otros métodos de resistencia, como el asesinato del mayordomo o de figuras de autoridad por un grupo de esclavos y el cimarronaje que fue acrecentandeose en la medida en que se acercaba la fecha de la abolición de la esclavitud.
En definitiva, la creación de una polarización de clase tan grave como la creada a consecuencia del sistema esclavista, merecía ir reinvindicandose por todos los medios de resistencia que fueron empleados en su contra. La fuga, tanto individual como en masa, causaba daños contra el sistema esclavista que al fin causaron su debacle luego de cientos de años de opresión desde los albores de la Civilización Occidental. Aunque no nos debemos llamar a engaño sobre la existencia y el predominio de un sistema esclavizador que depende de la compra de la fuerza de trabajo asalariado que aunque en condiciones mejores a las de la esclavitud en muchos sentidos, se asemejan a esos tipos de opresión inhumana.
Aún hay un camino largo que recorrer en la reinvindicación de los derechos del hombre y en la eliminación de los sistemas de explotación en los cuales unos seres humanos se imponen sobre otros sometiendólos a su voluntad. Trabajos más fuertes hacen falta, tomando en consideración que se ha propiciado la esclavitud de pueblos enteros tanto en el nivel individual como en el gubernamental siendo sometidos a deudas individuales y colectivas por medio de bancos internacionales.
¿Acaso el crédito no es una forma moderna de esclavitud, y el trabajo asalariado, una forma de esclavitud más moderna? ¿Acaso no sale mejor el patrono pagandote solamente las horas que te necesita en vez de tener que pagar los costos totales de tu manutención y cuidado médico? Debemos reflexionar sobre estos asuntos y formular respuestas activas para la eliminación de todos estos tipos de dominación económica y de determinismos sociales que someten a la mayoría de los pueblos a la voluntad de los pocos.
También debemos volver, y revisar en nuestras entrañas algunas formas similares a las tratas de negros que se llevan acabo para atravesar nuestras fronteras diariamente, y la explotación que esto conlleva a los llamados “indocumentados” que aún sufren más el peso de la explotación del trabajo asalariado, pagado a sueldos de hambre. Y explorar en nuestra América los vestigios de explotación del trabajo indígena en las siembras de grupos narcoguerrilleros que los someten a un régimen de terror y de esclavitud, siendo pagados con hojas de coca. Deben irse los explotados, al monte como lo hicieran los negros y indios “alzados” en nuestras tierras y bajar de la sierra, victoriosos, dividiendo nuestra tierra en pedazos iguales para cada uno. Deben honrar la justicia de Espártaco.
Obras Citadas.
Baralt, Guillermo A. Esclavos Rebeldes: conspiraciones y sublevaciones de esclavos en Puerto Rico (1795-1873) Río Piedras, P.R.:Ediciones Huracán,1987.
Brihuega Barba, Nicolás. “Las Rebeliones de esclavos en la antiguedad clásica”. Revista Historia y Vida 271 (octubre, 1990), pp. 4-18.
Klein, Herbert S. “Resistencia y rebeliones de esclavos”. La esclavitud Africana en América Latina y el Caribe. Editorial Alianza Americana, 1986, pp. 121-137.
Moscoso, Francisco “Formas de resistencia de los esclavos en Puerto Rico Siglos XVI-XVIII” América Negra 10, 1995, pp.31-44.
Nistal Moret, Benjamín. “Prólogo” Esclavos Prófugos y Cimarrones: Puerto Rico, 1770-1870 Rio Piedras, P.R.:Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1984, PP.5-26.
Naciones Unidas. Convención sobre la esclavitud. Ginebra. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Bonnard André. “La esclavitud y la condicion de la mujer” Civilizacion Occidental
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