(foto: Organización Socialista Internacional)
I. Sobre la praxis
Está profundo todo esto. Luego de participar de un proceso como el
referéndum del 19 de agosto de 2012, la discusión sobre el balance de la
jornada me ha hecho cuestionarme varios asuntos: ¿Qué efecto, si alguno, tenemos en el
resultado de cualquier proceso electoral? ¿somos influyentes? ¿debemos querer
serlo? Lo que nos lleva a preguntarnos, reconociendo los derroteros en que se
dirige nuestro país: ¿hace nuestra acción política una diferencia?
La verdad, tal vez nunca lo sabremos. Eso
nunca debe ser óbice para no actuar.
La acción política es cotidianidad, a
veces intuición o hábito, siempre un ejercicio continuo de aprendizaje. Asumo a Freire: la praxis es el ejercicio de la reflexión y acción
sobre el mundo, con el fin de transformarlo.
Pienso que la praxis es praxis desde el inicio del cultivar el
pensamiento.
Es praxis también el pasar a discutir las
ideas, para ver como se viabiliza su ejecución, pensemos por qué no, un pleno
de seis horas.
La praxis también es ejecución. Ya sea
corpórea o no. Pongamos de ejemplo, una llamada telefónica:
"Te llamamos del comité del pueblo
en defensa de la fianza, tiene unos segunditos?" "Lo siento, voy a
votar que sí. *tono de ocupado*".
Las acciones, los pensamientos, los
statuses, los blogs y los tweets, todo eso es acción política. Pero qué lindos
los corillos activaus haciendo trabajo en la calle, en el field, en las marchas
de estudiantes en su embestida triunfal por la Ponce de León. Tito, remando
contra viento y marea por la Libertad de Oscar.
Podemos discutir de riesgos, de causas y
de azares, distancias y justificaciones. Pero entiendo que no hace falta. No juzgo al que no pueda meterle. De hecho, a veces se me dificulta coger calle. No pudiera estar toda la vida en un
piquete. Hay que trabajar, cumplir con
nuestras circunstancias y recrearnos, aunque la vida es lucha toda.
Reconozco la necesidad del
ciberactivismo, pero no me gusta cuando se utiliza para justificar la inercia, la
vagancia y el no querer enfangarse los tenis. Eso está bien pa’ la distancia, y pal apuro, o cuando las circunstancias no nos permiten otra cosa. Estamos
claros de que el ciberactivismo es mejor que no hacer nada. Claro, hay
ciberactivistas que están en otros niveles y se juegan la vida con sus escritos, los que trabajan bajo unos niveles de represión que ni podemos imaginar. Hay también ciberactivistas, pagados por la cía. Zapatero a sus zapatos.
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