Thursday, July 7, 2011

Sobre la inmigración.

LAVAPIES SE LEVANTA CONTRA EL RACISMO INSTITUCIONAL.

En las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Granada, el Profesor Aaron Cohen le enseña a sus estudiantes de Población y Movimientos Migratorios, que la palabra “inmigrante” es desacertada por demás. Supone que estas personas están en un tránsito perpetuo y nunca llegan a asentarse en ninguna parte. Prefiere el término “inmigrado”.

Para bajar de los Estados Unidos a México, el trámite es casi pro forma. Subir por la frontera de México hacia los Estados Unidos, es un poco mas complejo. Luego de cinco horas de congestión vehicular, en la frontera hay un agente calvo de siete pies que te cuestiona hasta el color de los calzoncillos. Dato curioso, cuando hay tanta retórica sobre el libre flujo de mercancías entre ambos mercados.

Unas horas más al norte está San Francisco. El llamado “bay area” es de las regiones más progresistas de los Estados Unidos. Los latinoamericanos se concentran en el área circundante a La Misión. Aquí, en los postes de la luz, se pueden ver cámaras observando a mexicanos, salvadoreños, negros, y guatemaltecos, entre otros.

En Madrid, en el metro, hacen redadas de negros, hondureños y de todo lo que no se vea español. Recuerdo bajar del autobús en el País Vasco. En San Sebastián una agente encubierta me pidió mi identificación. Se la mostré sin problemas, ella no creía lo que veía al observar mi Pasaporte (norteamericano por decreto). Al cruzar la calle, en menos de dos minutos, la escena se repitió. Otro agente encubierto me abordó: “Documentación, por favor”. Me disgusté: “¿es por el colorcito, verdad?”, le riposté. El agente se molestó. Y es que parezco marroquí. Tal vez por eso cuando cruzaba la calle trancaban los seguros de los automóviles, como pensando que les iba a hacer daño. Tal vez recuerdan, en algún rincón del subconsciente, los casi ochocientos años en que el ser bereber en Al-Ándaluz era un título de nobleza y los blancos vivían arrinconados en Galicia.

Hace unos anos estuve allí, en el Barrio Lavapiés de Madrid y Conocí a Elmo. Vivía en la calle Sombrereros. Era senegalés, maestro del contrabando y devoto Baye Fall. Llevaba colgado al pecho un amuleto con la imagen de Ahmadú Bamba. La conexión fue instantánea y el compartir natural. En fin, mi tatarabuelo Patrocionio, a quien nunca conocí, también era de Senegal. Espero que Elmo ande bien de salud y sobre todo, libre. Y es que en estos días, como bien puntualizaba Galeano en 1989, “es más libre el dinero que la gente”.

Mañana el Estado lo pensará dos veces antes de parar a los “morillos” y a los “sudacas” en fila india frente a todo el mundo para verificar su documentación. Hoy en Lavapiés, los vecinos expulsaron a la policía de la comunidad mientras llevaban a cabo una de sus redadas racistas. “Ningún ser humano es ilegal”, gritaba la multitud.

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