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Sunday, August 19, 2012

Dos No. Y una promesa.

Tengo 25 años. Hoy voté por primera vez en mi vida. Fui con mi madre: Noemi Sierra Santiago.  Me advirtió que me estuviera tranquilo, que si hacía un papelón propagandístico me podían recusar el voto.  Me calmé, dentro de lo que pude. Un pequeño Corretjer dentro de mí, clamaba con furia, que esto era un sinsentido y que al igual que intentará hacer el PNP, me hubiera gustado ser funcionario, para sabotear sus posibilidades, y sus sueños de totalitarismo civil. Respiré, y me monté en el carro.

Fuimos claros, en la fila bajo el sol, le comenté a mami que Cupeyville School parecía una cárcel. Una vecina, hija de Libertad Grajales, y sociopenal de profesión, coincidió conmigo: "Hasta tiene los mismos colores", añadió. A Libertad le repartía el periódico hace unos años todos los días a las 5am.  Me bajaba del carro y se lo dejaba en el portón, para que no tuviera que caminar hasta el buzón. Cuando le iba a cobrar, hablábamos por horas.  Yo de estudiante de sociales y ella con sus años de experiencia de Maestra Federada, reflexionábamos sobre nuestra realidad, y sobre cómo transformarla.  Hoy ví a Libertad. Llegó en silla de ruedas al centro de votación, y estoy seguro que votó en honor a su nombre.

Una señora mayor, bien mayor, funcionaria del PNP, era quien llevaba las listas, a un paso de tortuga.  La gente en la fila se íba, y quienes se quedaban comentaban que eso era lo que querían, que la gente se fuera.  Al rato, nos sentamos un salón de segundo grado donde recuerdo haberme sentado hace años, y donde recordé conocer la represión.  Recordé a una maestra arrebatándome mis dibujos, con los que me distraía durante su clase.  Me sentía prisionero.

Nos tocó meter el dedo en la asquerosidad de esponja esa. Lo metí hasta abajo pa que no quedara duda.  La identificación de la señora de las listas, decía "PMP".  Pregunté a mi madre "Ma. Cuál es ese partido?".  La hija de Libertad, que iba alante en la fila, antes de que mami contestara, ripostó: "Gamelyn, te explico afuera".  No pudimos contener la risa.

Entré en esa caseta. Reflexioné sobre la criminalidad y  la democracia.  Solo escuchaba la voz de mis compañeros y compañeras, los mismos que hemos dado el pellejo en la calle, en la huelga, contra la ley 7, contra el abuso policiaco, hablándole la clara al pueblo: "la criminalidad no se reduce limitando nuestros derechos, la criminalidad se reduce expandiendo los derechos del pueblo.  Con salud, con educación, con trabajo, con más y mejores oportunidades para nuestra gente.  NO con mano dura, sino con alternativas despenalizadoras, más humanas, con legalización y con medicalización, con rehabilitación para el adicto y muchas otras cosas más, cosas que NUNCA nos dará el PNPPD y sus altas cúpulas conservadoras".

"Quieren ser menos perros, con la misma cantidad de pulgas.  Quieren ser menos, para poder robar más.  No reducen su presupuesto, ni las dietas, ni los barriles de tocino, ni los gastos de celular, van a seguir comiendo langosta, mientras nosotros seguimos jodios".

Voté NO y No. Y me hice una promesa a mi mismo: "la próxima vez que vayamos a un referéndum, Game, más vale que sea PARA EXPANDIR TUS DERECHOS". Hay tantas enmiendas de avanzada posibles para nuestra Constitución.  Aspiremos siempre a más, a una verdadera factura ancha de derechos: a poner los puntos sobre las íes en lo ambiental, a hablar de derecho al trabajo, a la educación universitaria, al reconocimiento de derechos y la defensa de las diversidades sexuales, a hablar de participación proporcional al voto en nuestros cuerpos representativos, y a hablar de revocación de los candidatos electos, a fijarles salarios de obrerxs diestrxs. A expandir el derecho a la fianza, para que la gente de clase trabajadora y de los sectores marginados de la sociedad se beneficien de ese derecho que hoy defendemos con uñas y dientes. Estaré del lado de los y las que luchan para que algún día podamos decir que Sí.

Thursday, September 22, 2011

Comando Capá Prieto


Son las siete de la noche. En poco más de un mes fallecieron dos lumbreras de la lucha por la independencia de Puerto Rico. Un grupo de estudiantes se organiza para rendir tributo a Lolita Lebrón, y a Juan Mari Bras, quienes han fallecido en un período de poco más de un mes. También pretenden rendir tributo a Filiberto Ojeda Ríos, líder independentista que vivió en el clandestinaje hasta ser asesinado, en su vejez, por comandos del Bureau Federal de Investigaciones (FBI) norteamericano. Recibo una llamada de un compañero que he aprendido a querer a través de los años de militancia que nos unen. “Queremos bajar la bandera”, me dice. Se refiere a la bandera norteamericana en la torre de la Universidad de Puerto Rico. Le admití que no me podía involucrar. No por falta de deseos de cumplir con algo que me parece lógico, habiendo fallecido Don Juan, quien fue el primero en bajar esta bandera en 1948, siendo expulsado por ello de la Universidad; sino porque entiendo que estoy cumpliendo con el deber de la Patria en otros ámbitos y me siento sobre-abrumado.

“Tienen mi apoyo incondicional. No solo bajen la bandera, corten el asta”, le sugerí en son de broma. El 22 de septiembre, en la víspera del aniversario 142 de la conmemoración del Grito de Lares y del quinto aniversario del asesinato político de Filiberto Ojeda Ríos un grupo de estudiantes subió a la torre de la Universidad de Puerto Rico, con el propósito de desplegar una pancarta que leía “Porque fueron, porque somos, porque serán”, bajar la bandera, y cortar el asta, para evitar que se fuera a enarbolar la bandera de nuevo. Esto significaría, para el grupo (denominado el Comando Capá Prieto) arrancar el imperialismo de raíz, la bandera norteamericana, como símbolo de la ocupación norteamericana en Puerto Rico. Para otros, es reprochable y es despachado con el viejo aforismo de “no muerdas la mano que te da de comer”.

Los asuntos de la expresión simbólica, la bandera y la libertad de expresión artística y política son cosa seria en Puerto Rico. En este país colonizado por 502 años (112 de estos bajo ocupación norteamericana) las banderas de tres franjas rojas y dos blancas, con triángulo azul claro que contiene una estrella blanca, era evidencia suficiente para procesar a los miembros del Partido Nacionalista el siglo pasado. El discurso incendiario de Don Pedro Albizu Campos, presidente del partido en aquel entonces, fue suficiente para apresarlo bajo la “Ley de la Mordaza”, que prohibía el abogar por el derrocamiento del gobierno insular. Lo que sí es que en aquel momento, Albizu presentaba un peligro inminente al Estado (aunque esto no hace menos deplorable el hecho de que se utilizaron transcripciones de sus discursos como evidencia para encarcelarlo). Más recientemente, irrumpió una masa anexionista en una Oficina de Gobierno (Oficina de la Procuradora de la Mujer) para llevar la bandera norteamericana, ya que algunos funcionarios se negaban a exhibirla. El asunto levanta pasiones en la isla, definitivamente, y los debates se extienden por las redes cibernéticas luego de que el Comando Capá Prieto llevara a cabo efectivamente casi todos sus objetivos. Algunos expresan su satisfacción y felicidad con el ejemplo de entrega y compromiso de los estudiantes, mientras otros problematizan las acciones de los y las estudiantes mientras los catalogan de “personas encapuchadas que cometen actos de legalidad cuestionable”. Todo depende del cristal con que se mire. En lo que sí podemos estar de acuerdo, es que eventos performativos como éstos impulsan la discusión y el intercambio de ideas, que son el único camino hacia una sociedad saludable, tolerante de la diferencia, libre y verdaderamente democrática.

Noticia tomada de: http://pr.indymedia.org/news/2010/09/45092.php
**Reflexión para el Seminario de Derecho y Arte con la Prof. Chloé Georas (2010)