El beisbol tiene mucho de lucha de
clases. Es un asunto de adelantar
posiciones. Algunos, ilusos, pensábamos
que habíamos adelantado mucho. Que ya
nadie se atrevería a tocar ni de lejitos, a nuestro sistema de educación. Vengo
del Capitolio, y la verdad, me parece absurdo que tengamos que seguir dando
razones. Llamo al cervecero y me siento
en el palco.
Evidentemente nos equivocamos en nuestra
estrategia mediática y práctica cuando se han dado mil propuestas y cual sordo
el gobierno y sus incondicionales se atreven a seguir haciendo la misma
pregunta: ¿Cuál es su propuesta?
Hace tiempo no venía al parque. Todo se ve nuevo. Igual que frente al Capitolio. Desde que nos
fueron aquel día a palos, le han llamado a aquello la plaza de la democracia. El cinismo es increíble, igual que el timing,
el chanchulleo, y la desfachatez.
Me
debo ver gracioso con la laptop escribiendo aquí en el Hiram Bithorn. Estamos en la alta del sexto y vamos alante
por dos. Batean los indios. Cae la
lluvia sobre el campo de juego. Los
fanáticos se guarecen y ponen las lonas sobre el montículo. Escampa, pero los palcos están mojados, y ya
nadie quiere sentarse allí.
Los cangrejeros no han salido del sótano
en toda la temporada y la gente no llega al parque. Pero al igual que a la protesta, al Bithorn
ya sólo van los verdaderos fanáticos. Yo
vine porque Guillermo y yo estamos antojados de una gorra desde que fuimos a
ver jugar a nuestro equipo en Juncos, en un estadio de doble A, la temporada
pasada.
No sé que está más jodío. Si que una franquicia histórica juegue
posmodernamente el home en Juncos, si la bandera azul celeste ondeando al lado
de la americana, o el cruzacalle gigante
con el nombre de una alcaldesa ausente que resalta en el right field. La última vez que escribió en Twitter fue
antes de que estallara el asunto del retiro.
Hablaba algo de que el Bithorn tiene luces nuevas. Es verdad, se ve el juego clarito.
Asumo que si aparece, pedirá lo mismo que
sus correligionarios y correligionarias.
A pesar de que se les han presentado mil propuestas, a pesar de que a
nosotrxs (contrario a ellxs) no nos pagan por estar ideando propuestas para ese
tipo de asuntos, nos diría ¿Pero cuál es su propuesta? No actuar no es una opción, diría, con la
certeza de los ex-huelguistas con ínfula de jefes de estado que anoche
presentaban un proyecto de ley, mientras le decían al pueblo que no existía tal
proyecto.
Ganaron los Indios. Se fueron alante en el octavo. Al final fui al baño. Estaba igual de asqueroso que hace veinte
años cuando iba con el viejo, al salir de la escuela a buscar el autógrafo de
Carlos Delgado, antes que fuera Carlos Delgado. Algunas cosas nunca
cambian. Como el discurso público de la
emergencia y la crisis. Podemos darle
capota y pintura. Pero el problema es de
fondo.
Nos tildarán de intransigentes. Pero es que es increíble como a un año de
gobierno, se atrevan a meterle mano a lxs maestrxs. Hablábamos, ex huelguistas de la
universidad y hippies revoltosos. Los sospechosos usuales, en la plaza de la
Democracia, sobre muchas cosas. Sobre
todo, nos convencíamos mutuamente de que no éramos intransigentes. Pero que no nos tocaran la educación.
“Hay
cosas que no se pueden recortar hasta el final”, nos decía Érika. Escuchábamos atentamente: "La
educación es una de esas cosas". Al cinismo del gobernador, de la
legislatura y del resto de los monigotes de este juego político hay que
responderle con la misma medicina.
Que cuando pregunten cual es la propuesta, que les digamos, sin medias tintas y sin ambages:
Nuestra propuesta es ¡NO!
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