Thursday, September 22, 2011

Comando Capá Prieto


Son las siete de la noche. En poco más de un mes fallecieron dos lumbreras de la lucha por la independencia de Puerto Rico. Un grupo de estudiantes se organiza para rendir tributo a Lolita Lebrón, y a Juan Mari Bras, quienes han fallecido en un período de poco más de un mes. También pretenden rendir tributo a Filiberto Ojeda Ríos, líder independentista que vivió en el clandestinaje hasta ser asesinado, en su vejez, por comandos del Bureau Federal de Investigaciones (FBI) norteamericano. Recibo una llamada de un compañero que he aprendido a querer a través de los años de militancia que nos unen. “Queremos bajar la bandera”, me dice. Se refiere a la bandera norteamericana en la torre de la Universidad de Puerto Rico. Le admití que no me podía involucrar. No por falta de deseos de cumplir con algo que me parece lógico, habiendo fallecido Don Juan, quien fue el primero en bajar esta bandera en 1948, siendo expulsado por ello de la Universidad; sino porque entiendo que estoy cumpliendo con el deber de la Patria en otros ámbitos y me siento sobre-abrumado.

“Tienen mi apoyo incondicional. No solo bajen la bandera, corten el asta”, le sugerí en son de broma. El 22 de septiembre, en la víspera del aniversario 142 de la conmemoración del Grito de Lares y del quinto aniversario del asesinato político de Filiberto Ojeda Ríos un grupo de estudiantes subió a la torre de la Universidad de Puerto Rico, con el propósito de desplegar una pancarta que leía “Porque fueron, porque somos, porque serán”, bajar la bandera, y cortar el asta, para evitar que se fuera a enarbolar la bandera de nuevo. Esto significaría, para el grupo (denominado el Comando Capá Prieto) arrancar el imperialismo de raíz, la bandera norteamericana, como símbolo de la ocupación norteamericana en Puerto Rico. Para otros, es reprochable y es despachado con el viejo aforismo de “no muerdas la mano que te da de comer”.

Los asuntos de la expresión simbólica, la bandera y la libertad de expresión artística y política son cosa seria en Puerto Rico. En este país colonizado por 502 años (112 de estos bajo ocupación norteamericana) las banderas de tres franjas rojas y dos blancas, con triángulo azul claro que contiene una estrella blanca, era evidencia suficiente para procesar a los miembros del Partido Nacionalista el siglo pasado. El discurso incendiario de Don Pedro Albizu Campos, presidente del partido en aquel entonces, fue suficiente para apresarlo bajo la “Ley de la Mordaza”, que prohibía el abogar por el derrocamiento del gobierno insular. Lo que sí es que en aquel momento, Albizu presentaba un peligro inminente al Estado (aunque esto no hace menos deplorable el hecho de que se utilizaron transcripciones de sus discursos como evidencia para encarcelarlo). Más recientemente, irrumpió una masa anexionista en una Oficina de Gobierno (Oficina de la Procuradora de la Mujer) para llevar la bandera norteamericana, ya que algunos funcionarios se negaban a exhibirla. El asunto levanta pasiones en la isla, definitivamente, y los debates se extienden por las redes cibernéticas luego de que el Comando Capá Prieto llevara a cabo efectivamente casi todos sus objetivos. Algunos expresan su satisfacción y felicidad con el ejemplo de entrega y compromiso de los estudiantes, mientras otros problematizan las acciones de los y las estudiantes mientras los catalogan de “personas encapuchadas que cometen actos de legalidad cuestionable”. Todo depende del cristal con que se mire. En lo que sí podemos estar de acuerdo, es que eventos performativos como éstos impulsan la discusión y el intercambio de ideas, que son el único camino hacia una sociedad saludable, tolerante de la diferencia, libre y verdaderamente democrática.

Noticia tomada de: http://pr.indymedia.org/news/2010/09/45092.php
**Reflexión para el Seminario de Derecho y Arte con la Prof. Chloé Georas (2010)